Ya sabemos que en ocasiones no es necesario explicarte razones, con solo una mirada, que a que a muchos pudiera parecer superficial, sabes hacernos sentir agraciados, protegidos, extraordinarios, porque en tus gestos o acciones cotidianas has aprendidos a cunjugar fortalezas, ternuras y esperanzas para con cada caricia o regaño conformar poco a poco nuestro años.
Por eso tambíen nos colmas de orgullo cuando nos muestras como ejemplo la responsabilidad con que asumes tus jornadas laborales en las más disímiles tareas económicas, productivas o sociales y aun después de agotadoras jornadas, llegas al hogar con nuevos ímpetus para asumir tus otras tareas habituales que, a pesar del cansancio acumulado, no te impiden obsequiarnos besos y sonrisas.
Y así hemos aprendido a quererte y respetarte, como la exquisita malabarista en que te transformas para hacer desaparecer lágrimas, compartir triunfos y fusionar acertadamente todo lo que se resume en tu existencia: sostén incuestionable de la eternidad del cariño, perpetúa confianza en los deseo, en los sueños.
Mereces mucho más que unas pocas líneas, una corta llamada o una sencilla postal. Contigo no importan planes, ni esquema, ni trucos ni caricias premeditadas, sabemos que estás siempre ahí.
Amiga Mujer pero sobre todo Madre, no importa tu nombre, tu edad o tu rostro. Nuestra dicha está en que existes.
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